Burundi se ubica entre los países más pobres del mundo. Las secuelas de la guerra civil entre los hutus y los tutsis (1993 a 2002), las tensiones políticas internas y la corrupción han obstaculizado el desarrollo económico del país.
Burundi depende en gran medida de la ayuda internacional, que supone más del tercio del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Aproximadamente, más de dos tercios de la población tiene que ganarse la vida con menos de 1.25 dólares al día y mucha gente sufre de hambre, SIDA y enfermedades relacionadas con la pobreza.
Actualmente, cerca de 1.8 millones de personas requieren de asistencia humanitaria en el país, una cifra que supone una reducción importante con respecto a los 3.6 millones de habitantes que había en diciembre de 2017. El 48% de los habitantes tienen menos de 18 años y 7 de cada 10 menores vive en la pobreza, frente al 60% total de la población.
Burundi debe importar muchos alimentos, combustibles y materiales de construcción. La exportación se limita a café y té. Durante años, el país ha registrado un enorme déficit comercial, por lo que la ayuda exterior financia más de la mitad del presupuesto nacional. Aproximadamente medio millón de niñas y niños tienen que trabajar para mantenerse a sí mismos o a sus familias. Miles de personas viven en las calles.
*UNOTV