CON PERAS Y MANZANAS: CORONAVIRUS, ¿QUÉ HACER?

ace unas semanas, antes de que se confirmara el primer caso de coronavirus en México, publicaba en este espacio una pequeña guía para lidiar con el coronavirus. Desde entonces y al día de ayer, hemos tenido 82 personas contagiadas, ninguna con desenlace fatal. Buenas noticias, sin duda, pero la tendencia sugiere que en poco tiempo tendremos muchos más casos. De antier a ayer, para explicarlo con porcentajes, el número de casos en un día aumentó 54%, lo más que ha subido de un día a otro. Y desde el jueves, que había 15 diagnósticos, subió 446%.

La velocidad del contagio y su expansión dependerán de lo que hagamos como sociedad y de la reacción del gobierno. Basta con ver ejemplos de otros países para entenderlo: en Italia, que tardó en comprenderlo, hay más de 2,000 muertos al último corte. En España las cifras también son alarmantes; las tendencias en Chile y Estados Unidos dan a entender que, de no tomar medidas fuertes, pueden enfrentar panoramas similares al italiano.

Aquí, al momento de escribir estas líneas, estamos en transición entre primera y segunda fase. Las escuelas y universidades comienzan a cerrar por decisión propia, pues la Secretaría de Educación Pública, la SEP, ordenó que lo hicieran pero a partir de la próxima semana. De igual manera hay empresas que comienzan a ordenar trabajo remoto –home office–.

No obstante, las medidas no son suficientes ni son universales. Para detener el coronavirus es necesario cortar el contacto humano, como han hecho China, Corea del Sur y Taiwán para reducir y comenzar a controlar el contagio. Lo que aquí en México se ha llamado “sana distancia” es una de las primeras medidas a tomar. Al menos metro y medio de separación entre una persona y otra para minimizar regios de contagio. Lavarse las manos muchas veces y por 20 segundos también es esencial. Evitar tocar superficies metálicas, que es donde sobreviven por más tiempo los virus.

Aun así, la densidad poblacional juega en contra de áreas metropolitanas como la Ciudad de México. En el Metro, por ejemplo, es casi imposible  aplicar la sana distancia a horas pico. Lo mismo en los autobuses de la ciudad.

Por eso se necesita un esfuerzo conjunto: mientras más se evite crear situaciones donde haya concentraciones masivas de personas, más oportunidad se tendrá de reducir el riesgo del coronavirus.

Y es ahí donde el gobierno, empresas y patrones tendrán que hacer un enorme esfuerzo. El gobierno debería, más pronto que tarde, obligar a que se reduzca el contacto entre humanos. Debería pedir a los negocios, en particular restaurantes, atender a menos personas. Que los bares, en caso de que el aumento continúe, cierren sus puertas por un tiempo definido. Las empresas deberían, de inicio, plantear sistemas de turnos para evitar concentraciones de personal. En caso de poder hacerlo, también deberían implementar el trabajo remoto en mayor medida. Las personas que empleen trabajadoras domésticas deberían pagarles el trabajo sin que lo realicen para evitar exponerlas a posibles contactos con el virus. Y, sobre todo, para que sigan teniendo sueldo en tiempos de pandemia.   Habrá que pensar en la economía de los demás cuando se tomen medidas más drásticas.

Tampoco son medidas exageradas o extremistas, son propuestas que se basan en la experiencia de países que sufren los efectos del coronavirus.

Dirán que para qué, que el coronavirus está leve y que a la mayoría no le causará siquiera síntomas. Pero todo esto es para evitar la muerte innecesaria de poblaciones vulnerables: los adultos de la tercera edad, las personas que tienen enfermedades u otras condiciones que los expongan más que al resto de los demás. Italia es por mucho el peor caso y por eso ahí podemos observar las consecuencias. La población de tercera edad vive una situación crítica porque no se le protegió.

Aquí todavía estamos a tiempo.

Mejor que nos digan exagerados y que los números de infectados sean bajísimos en lugar de que nos lamentemos en unas semanas porque no actuamos cuando debimos. Más porque vimos, con lujo de detalle, cómo actuaron mal otros países y no hicimos nada para evitar seguirlos.

Que no nos gane la soberbia de decir que somos distintos. Seámoslo sí y sólo sí reaccionamos antes de caer en la misma trampa.

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