Después de una gran comida, el cuerpo entra en digestión. Comer desencadena una reacción en el cerebro que redirige el flujo de sangre y energía al estómago para digerir los alimentos y usarlos en el cuerpo.
Durante la digestión, el cuerpo descompone los nutrientes de los alimentos. Esto provoca un aumento de azúcar en la sangre que hace que el páncreas libere insulina en el torrente sanguíneo. Y la insulina aumenta la cantidad de serotonina y melatonina que inundan el cerebro, justamente dos productos químicos asociados con la somnolencia.
En poca palabras, después de comer mucho y sobre todo ciertos alimentos que son más difíciles de digerir, el estómago trabaja a marchas forzadas, por lo que se necesita mucha energía y provoca sueño.
*AZTECATRENDS