8. Rencor:
Sean cuales fueren los motivos que dirigen una discusión, lo cierto es, como dice Inés Vargas, psicóloga y académica de la Facultad de Estudios Superiores-Zaragoza de la UNAM: “Las palabras son como latigazos: se quedan y, si la persona no se disculpa, en la otra persona quedan como una cicatriz abierta, y si la otra persona tiene baja autoestima, esto se la reafirma más”.
Inteligencia emocional:
Los seres humanos contamos con el aprendizaje social, “una herramienta eficaz para convertir nuestras peleas en oportunidades de aprender conductas y controlar emociones”, añade Calixto. Sucede, por eso, que personas con alguna alteración psiquiátrica o que sufren alguna falla en la corteza prefrontal estallan más fácilmente con un arranque de violencia.
¿Amor o poder?:
Lo peor para cualquier pareja es el silencio. “Una pareja pobre en disputas se arriesga a estallar en furia en algún momento de la relación. La otra, quizá aún más arraigada, es la tiranía de la media naranja, que ha llevado a tantas personas a querer imponer su razón por encima del otro.