Los ácaros – esos pequeños microorganismos que abundan alrededor del quehacer humano- también habitan en nuestra cara.
Pero antes de que se alarme y hasta se asquee, cabe resaltar que su permanencia en la cara parece no tener mayores consecuencias negativas, según una investigación publicada por la BBC. Los de tipo Demordex folliculurom y brevis viven en los folículos de los pelos y las glándulas cebáceas, dos lugares que se encuentran en mayor tamaño y cantidad en el rostro.
Su hospedaje en esa parte del cuerpo es conocido por los expertos hace más de 150 años, un dato que fue confirmado en un estudio del 2014. BBC cita a Megan Thoemmes, autor de la investigación, quien considera que existe una alta probabilidad de que todos los humanos tengamos ácaros y en grandes cantidades.
Sobre su posible función en el rostro, Thoemmes sostiene que «alguna personas creen que se comen las bacterias en la piel».
«Otras piensan que comen las células muertas de la piel o la grasa de las glándulas sebáceas», agrega el experto de la Universidad State en Raleigh, en Estados Unidos.
Estos artrópodos no tienen ano, por lo que van guardando todos sus desechos hasta que mueren, cuando explotan y se desangran en nuestra cara. Pese a esta afirmación y toda su mala reputación, parece que estos ácaros no son dañinos, de ser así, afirman Thoemmes, se verían efectos negativos en muchas personas.
Ahora bien, parece haber un relación entre la descarga de desechos de estos microorganismos y la rosácea, un problema en la piel que pasa de un enrojecimiento, irritación, manchas e incluso ardor. Otro punto, aunque algunas terapias eliminan los Dermodex, estos vuelven después de seis semanas, pues los recogemos de otras personas, sábanas o almohadas.
FUENTE: http://www.teletica.com/
