¿Habrá realmente una fórmula mágica del amor? ¿O más que mágica es algo matemático que tiene que encajar a la perfección? Te decimos cómo hacerle para pasar del amor a la relación y que eso dure.
Por principio de cuentas a lo mejor estamos tratando de encontrar una cosa cuando deberíamos estar ocupados en construir otra. Veamos: vamos a dar por cierto que el amor es un sentimiento que se experimenta hacia otra persona que, de entrada, nos resulta atractiva de alguna manera. Lo sientes y quieres demostrarlo para que la otra persona se dé cuenta y ver si te corresponde. Esto lo hacemos con conductas que podríamos llamar actos románticos, que atraen la atención de aquella persona a la que ya le echamos el ojito y le hace ver que nos interesa y que estamos dispuestos a todo… bueno, a todo lo que sea necesario para conquistarla. Es más o menos espontáneo; surge muy naturalito y a veces también como que se va secando, especialmente si no le dimos muchos nutrientes.
Pero del amor a la relación de pareja hay un salto bastante grande. Como dije, el amor basta con sentirlo y luego actuar según nos dicte para que cumpla su función; pero la relación de pareja es algo que se construye porque es una decisión que se basa en una evaluación positiva de la persona hacia la cual sentimos ese amor y la disposición que tenemos para convivir con ella a pesar de las (inevitables) diferencias y desacuerdos que pudieran surgir.
A lo mejor aquí es donde nos falla el cálculo, porque la verdad es que muchos quisieran que su pareja se acomode a su estilo y modo y de ninguna manera al revés.
ORA SÍ, LA FÓRMULA
Entonces, si la relación de pareja se construye como una fórmula, podemos presuponer que no pre-existe la pareja perfecta. Pero sí podríamos hablar de la relación perfecta para ambos, que sería la que juntos construyen y que a ambos los deja razonablemente satisfechos en muchas áreas de su vida. Y esto no quiere decir que para construirla debemos encontrar a esa persona “ideal” en una mina de oro, sino más bien que los dos estén dispuestos a dar y recibir, pero sobre todo a flexibilizarse hasta cierto punto para poder llegar a acuerdos durante la relación.
BÁSICAMENTE NECESITAMOS…
- Deseo: de estar bien y procurar lo bueno
- Disposición: para amar y dedicar gran parte de tu tiempo, atención y recursos a la relación
- Inteligencia: para saber elegir qué es lo realmente importante (a veces le damos mucho peso a lo que no es y viceversa)
- Sabiduría: la inteligencia sin sabiduría se puede convertir en arrogancia. La sabiduría implica saber cuándo y cómo se dice lo que se piensa, se pide lo que se quiere y se hace lo que se acuerda
- Integridad: para que haya confianza; si uno mismo traiciona la confianza que el otro ha depositado en nosotros, ya no hay mucho que alguien pueda esperar de nosotros por más que tengamos lo demás
Y TODO ESTO NOMÁS PARA EMPEZAR
Hay quien, como buena fórmula de alquimista, hace largas listas de requisitos para hacer check en una pareja: que si está guapo, que si le gusta como a ti el café con leche, que no fume, que sea crudivegana, que su mamá viva lejos, etc. Y sabiendo que la compatibilidad en ciertos aspectos puede hacer que en algunos momentos se disfruten mucho las experiencias compartidas, no es absolutamente indispensable una supuesta compatibilidad al grado de vestirse los domingos con el mismo color y diseño de ropa deportiva. Conviene ir más profundo en la búsqueda de lo que realmente puede ponerle cimientos fuertes a una relación.
Hay tres rasgos que, por razones evolutivas, son muy valorados al momento de buscar una pareja y que sirven de fundamento para la decisión de seguirse quedando on o en una relación. Sabiendo que cada uno puede tener algunas variantes acerca de esto, que de eso hablaré en un momento más, podemos decir que estos rasgos muy valorados son:
Amabilidad: y no me refiero a siempre pedir las cosas por favor y dar las gracias (que, por supuesto, también cuenta), sino a la amabilidad de procurar evitar a tu pareja dificultades innecesarias e ir más allá; procurar que lo que se aporte a la relación sea bueno sin tener que sacrificarse, pero sí invertirle.
Creatividad: definida en este caso como la capacidad de encontrar diferentes soluciones a un mismo problema, lo que nos conduce a la flexibilidad. La creatividad incluso nos permite dar otras interpretaciones a un mismo hecho y no clavarnos en un “esto lo hizo porque ya me agarró de su puerquito”, sino en un “a lo mejor actuó así porque se sintió muy frustrada”.
Sentido del humor: no quiere decir que si te la pasas haciéndote el chistoso la cosa va a ir mejor. El sentido del humor es una fortaleza del carácter e involucra la posibilidad de intervenir no solo para hacer bromas ingeniosas y divertidas para todos, sino incluso aligerar la carga de un momento complicado con suavidad
Si lo pensamos, estas tres cualidades pueden incluso permanecer al paso del tiempo y eso serviría para fortalecer la relación cuando otros elementos, como el atractivo físico o la juventud misma, vayan cediendo al paso del tiempo.