No usar sistemáticamente enjuague bucal después de cada cepillado
Es un arma de doble filo. Claro, hace que nuestro aliento huela a menta, pero también seca la boca (especialmente los que contienen alcohol) y como ya sabemos, eso no es bueno para mantener las bacterias malolientes alejadas. Su uso en la mañana está bien, nuestra saliva se puede esquivar relativamente rápido, pero usarlo en la noche mantendrá el aliento fresco durante una hora y luego servirá para aumentar la velocidad a la que las bacterias se multiplican.
No dormir con la boca abierta
Este punto escapa más a las voluntades individuales, pero es central. La respiración, al hacer entrar y salir velozmente al aire de la boca mientras dormimos, causa sequedad, como si fuera un secador de pelo. Esto fomenta que las bacterias se establezcan en la boca. Respirar por la nariz significa que el aire pasa por alto la boca y la poca saliva que existe tiene una mejor oportunidad de expulsar a las bacterias.
Intenta con la técnica del “Oil Pulling”
Podría no ser la mejor opción para los impacientes entre ustedes. Este método para tener aliento fresco se originó en la India hace unos 3.000 años, pero la técnica es bastante simple, y forma parte de las terapias ayurvédicas. El “Oil pulling” consiste en tomar una cucharadita de aceite (se recomienda de coco, pero sésamo y girasol trabajo también) y hacerse buches alrededor de la boca durante 20 minutos (sí, 20 minutos). Los estudios han demostrado que cuando los microorganismos de la boca entran en contacto con aceite, se adhieren a él, y así quedarán eliminados cuando finalmente escupamos el aceite.
*PERIODISMO