La Carmen Salinas
Es folclórica e incomparable en los caminos de la vida. Te calabacea con frases del tipo: “primero aprende a lavarte los calzones y ya después haces lo que quieras”, pero siempre te muestra su amor: “mijito chulo, llévate de perdida un sándwich”.
La lideresa
No sólo cuida de sus vástagos, sino además ve a todos los vecinos como si fueran hijos suyos. Preocupada por el bienestar común, le entra a la política (es jefa de manzana o algo así) y anda armando argüendes para mejorar la colonia.
La Victoria Ruffo
¡El drama hecho mujer! Por todo hace panchos: que si no llegas a la casa, que si te corren del trabajo, que si no alcanzó leche en la Liconsa… todo es buen pretexto pa’ llorar.
La sensei
Siempre está para escuchar tus problemas existenciales y darte el consejo más preciso. Es una auténtica guía espiritual, pues te alumbra con su sabiduría. Sin duda, platicar con ella es mejor que consultar libros de Carlos Cuauhtémoc Sánchez.
La doctora Quinn
No sólo es bella, sino que en esos fatales días en los que te cae la enfermedad, te cuida y te salva la vida con sus menjurjes y remedios caseros: tu té de gordolobo pa’ la tos, tus compresas pa’ la fiebre, tus chilaquiles pa’ la cruda…
Así termina este catálogo-homenaje para esas jefas que nos caen bien, pues, con todo y sus errores, las queremos uno y dos montones; al fin y al cabo, las progenitoras son, como dijera el poeta, “una carta de amor con faltas de lenguaje”.
*chilango