Daren Matropoulos, el dueño de la propiedad junto a la Mansión de Playboy compró la icónica casa del conejito desde hace año, por 100 millones de dólares, pero le permitió a Hugh Hefner habitarla hasta su muerte.
La mansión que incluía las oficinas de Hefner, su habitación, una sala de cine, una biblioteca y sus archivos personales, en la parte trasera había flamencos, pavos reales y monos, tantos, que podrían ser un zoológico. También estaba la Game House, una sala con una mesa de billar y algunos juegos, una pantalla de televisión gigantesca, una nevera llena de cervezas y un sillón.
Se espera que la mansión sea fusionada a la propiedad contigua tal y como fue construida hace casi 100 años, en 1920.
Hefner organizaba todo tipo de eventos en la mansión, incluida la selección de la Playmate del Año. Allí reunía a conejitas de distintas épocas y las invitaba a comer en mesas con elegantes arreglos en los jardines. Daba entrevistas en la biblioteca, donde tenía un sillón de cuero y una réplica del avión privado Big Bunny con el que viajaba a las oficinas de Playboy en Chicago y Los Ángeles. Invitaba a sus amigos a la sala de cine a ver películas nuevas y clásicos como “Casablanca”, una de sus cintas favoritas que veía cada vez que cumplía años.
*ESPECTACULOSTELEVISA