Un estudio español publicado en el Journal of Food Science concluyó que llevarlas a ebullición, una de las formas más populares de prepararlas, conlleva una pérdida importante de su contenido de vitaminas y otros antioxidantes.
“La mayoría de las verduras se consumen cocinadas, así que, desde un punto de vista práctico, nos preocupaba saber si después de someterlas a los procedimientos domésticos habituales quedaba algo de sus antioxidantes o si sólo estábamos consumiendo calorías”, explicó María Antonia Murcia, del área de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Murcia y una de las autoras de la investigación.
La conclusión principal del trabajo fue que el agua “no es la mejor amiga de la cocina” cuando se trata de preparar verduras y hortalizas. El calor y otras condiciones relacionadas con la cocción pueden destruir o llevarse los nutrientes de las verduras. Según un estudio de la Universidad de Akron en Estados Unidos, la vitamina K es resistente al calor.
Las fuentes alimenticias de vitamina K incluyen hortalizas de hoja verde, como la col, la espinaca, las hojas de nabos, la col rizada, la acelga, las hojas de mostaza, el perejil, la lechuga romana y la lechuga de hoja verde. También, verduras como las coles de Bruselas, el brócoli, la coliflor y el repollo.
Sin embargo, muchas otras vitaminas, incluyendo las A, C, B-1, B-2 y el ácido fólico, son sensibles al calor y pueden perderse o destruirse al cocinar la verdura hervida o al vapor. Los vegetales de hoja verde son ricos en vitamina A, K, B-1, B-2 y ácido fólico.
Por otro lado, otras vitaminas y nutrientes pueden quedar intactas, pero se escurren con el agua. En este caso, se puede utilizar el agua de la cocción para darle sabor al plato o simplemente beber el caldo donde se encuentran todos los antioxidantes.
FUENTE: http://www.noticiassin.com/