Debemos volver a la Edad Media, a la zona de Gran Bretaña. Los países de habla inglesa, mucho antes de la existencia de los bancos. En ese entonces, la forma en que muchos guardaban sus ahorros, era utilizando unos recipientes de arcilla en la que colocaban algunas monedas para resguardarlas.
El material de estos recipientes (con forma de maceta), era una arcilla anaranjada de bajo costo que en las zonas mencionadas era llamaba “Pygg”, muy parecido a la palabra “pig”, que quiere decir cerdo en inglés.
Este recipiente era llamado maceta Pygg, que se pronunciaba –en ese entonces- “pug”, de acuerdo al inglés imperante en la época. Con el paso del tiempo, la pronunciación de la palabra se acercó cada vez más a aquella con la que llamaban al animal, hasta que gradualmente olvidaron la razón por la que en un principio, el recipiente se llamaba pygg (el nombre de la arcilla con que la fabricaban).
Debido a la evolución del lenguaje –y quizá a su desconocimiento de la historia, la pronunciación del pedido sonó a un requerimiento especial: hacer recipientes en forma del animal, al final, el invento resultó un éxito entre los niños y adultos, por lo que la “moda” comenzó a extenderse, y curiosamente, traspasó fronteras y el tiempo.
*Con información de “The Financial Brand”