Cuando estamos en una relación, sentimos dos necesidades adversas a la vez: sentirnos cercanos a la otra persona, pero también tener nuestra distancia. Cualquier desbalance de estas dos necesidades puede provocar una catástrofe si no se aborda.
Si la balanza se inclina a estar demasiado cerca, entonces comenzamos a sentir un impulso enorme de demostrarnos a nosotros mismos que no todo lo que hacemos y somos es propiedad del ser amado. Trataremos de probarnos que seguimos siendo deseables para el mundo y entonces, ir a la cama con alguien más no es mera lujuria, sino una forma de escapar a ese horrible sentimiento de que toda tu identidad se está disolviendo en tu relación.
Pero el otro extremo, el de la distancia, puede entenderse como rechazo. La distancia puede estar presente cuando intentamos tocar a la pareja, y esta se mueve o solo suspira, o cuando intentamos hablar de un tema personal y cambia la conversación. Y entonces terminamos cometiendo una infidelidad no porque no amemos a nuestra pareja, sino porque aún lo hacemos, pero la distancia que nos impone a través de su falta de compromiso es insoportable y humillante.
En una relación, cada persona tiene diferente nivel de necesitar cercanía y distancia, porque cada quien se siente cómodo en el amor de distintas formas.
Es por eso que es tan importante determinar cuáles son las necesidades relativas de distancia y proximidad en una relación, sin enojarse por el hecho de que uno quiera algo diferente del otro. De esta forma podemos evitar que un desbalance en las necesidades de cercanía o de distancia lleven a una infidelidad.
*SWAGGER