De hecho, de acuerdo con un nuevo estudio, los tiranosaurios (y prácticamente todos los grandes dinosaurios carnívoros) no gruñían, ni rugían, sino que emitían un sonidos grave y monótono muy similar a los arrullos de las palomas.
Los responsables de la investigación sostienen que, después de analizar la evolución de la comunicación vocal en 208 especies de aves, es imposible que sus antepasados (los dinosaurios) emitieran rugidos.
A pesar de que registraron 16 cambios importantes en la evolución de los sonidos de las aves y sus antepasados, ninguno es demasiado importante. Por eso, concluyen que los grandes reptiles emitían un arrullo, que se formaba en su esófago cuando mantenían su hocico cerrado y llenban de aire su buche, igual que las palomas y las avestruces actuales.
Gracias a su tamaño, los buches de los dinosaurios les permitían generar un arrullo con un tono más alto que el de las palomas, pero en esencia es el mismo sonido.
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