Tenemos dos ojos porque estamos bien hechos, pues nos sirven en caso de que tengamos un accidente y, además, son los que producen la sensación de profundidad, que evolutivamente nos ayudaba a cazar. Pero si no se movieran en perfecta sincronía harían que viéramos doble, por lo que, ¿Cómo se asegura el cuerpo de que trabajan en conjunto, perfectamente alineados, para que eso no suceda?
Para evitar la visión doble, el cerebro explota un sistema de retroalimentación, que utiliza para ajustar con precisión las longitudes de los músculos que controlan los ojos. Esto produce movimientos oculares extraordinariamente precisos. El cerebro tiene un sistema neurológico que está fantásticamente organizado porque aprende con el tiempo cuánta estimulación debe enviar a cada uno de los 12 músculos para cada dirección a la que se desea apuntar con la mirada. Lo más increíble, por tanto, es que no se trata de una habilidad innata, sino adquirida».
Por ello, cuando un bebé nace, sus habilidades de enfocar con la mirada aún no son perfectas y sus movimientos oculares nos parecen extraños: será alrededor de los tres o cuatro meses de vida cuando la perfeccionen. «La mayoría de las personas lo mantienen hasta los 80 años aproximadamente, pero la edad nos hace perder lentamente la capacidad con el tiempo».