Aquí te explicamos por qué algunas personas no soportan perder y lo que sienten cuando ganan.
En general no estamos acostumbrados a pasar emociones fuertes, pero aún así nuestro cuerpo está preparado para resistirlas. Ganar un premio, competir por un puesto, apostar en un juego de azar tienen una respuesta inesperada e inmediata a nuestro cerebro, sensibiliza nuestras acciones, potencia nuestras emociones y genera además un poco de adicción.
Cuando una persona es consciente de una noticia así, su cuerpo experimenta en pocos segundos una serie de reacciones fisiológicas y alteraciones nerviosas en cadena. El cerebro emite órdenes que elevan la frecuencia cardíaca y el riego sanguíneo, lo cual prepara a los músculos para soportar un esfuerzo intenso. Es lo que logra que al momento de ganar, los impulsos se convierten en gritos, saltos, y movimientos descontrolados.
Este estado del cerebro logra que tengamos fuerza para hacer cosas que no lograríamos normalmente. Pero puede venir acompañado de nervios, temblores, lágrimas, porque en ese momento el shock emocional lo controla todo.
En términos de neurociencia, ganar genera un estímulo que activa las neuronas que impulsan nuestro mecanismo de búsqueda y recompensa, esto por una alta secreción de dopamina, y no sucede solo al momento de recibir el premio, sino en el proceso de, este proceso es justo este es el principio del mecanismo que genera las adicciones.
Esta fase se da cuando el cerebro crea ese deseo de seguir ganando, porque este estímulo se activa cada vez más y se genera esa motivación, esa pasión y esas ganas por seguir compitiendo y ganando, la competencia es algo que resulta muuuy atractivo para el cerebro.
En el cerebro está tanto la enfermedad como la cura porque la amígdala puede también responder de forma más intensa y crear un equilibrio que ayuda a mantener la cordura, sin dejar que se pierda la razón y la prudencia cuando recibimos premios, un aumento o alguna noticia inesperada.
