En “Lo profundo: los orígenes evolutivos de la epidemia de depresión”, su fascinante exploración de cómo la ciencia del temperamento ilumina “el negocio sin sentido de tratar de llenar nuestras almas”, el psicólogo Jonathan Rottenberg aborda esta paradoja:
«La ciencia del estado de ánimo pretende refutar estos puntos de vista. Nuestros compañeros mamíferos, ya sean ratas, gatos o murciélagos, proporcionan la evidencia más convincente y dramática de depresión en el reino animal. Los estados de ánimo altos y bajos le permiten a estos animales rastrear oportunidades y recursos en su entorno; la capacidad para el humor es esencial para guiar el comportamiento en un mundo cambiante”.
Al igual que en su versión humana, Rottenberg argumenta que la depresión en los animales puede tener distintos grados de gravedad, desde períodos breves y poco profundos de bajo estado de ánimo, hasta tramos largos e intensos de depresión.
Los animales también experimentan los mismos cambios hormonales que los seres humanos cuando están deprimidos, incluyendo mayor secreción de las hormonas esteroides y una disminución de las funciones del sistema inmunológico. Quizás lo más interesante y con carácter indicativo, son los relojes biológicos de los animales deprimidos, es decir, sus ritmos circadianos.
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