Muchas costumbres actuales, que se consideran de buena o mala educación, tienen su origen en los antiguos días de la caballería. Cuando un caballero se encontraba frente a otro en un camino, levantaba su visera, la tira de metal del yelmo que protegía los ojos, para demostrar que sus intenciones eran amistosas. Si dejaba la visera abajo, entonces quería decir que estaba dispuesto a luchar.
Cuando los hombres cambiaron los yelmos por sombreros, tocar o levantar el sombrero, al igual que levantar la visera del yelmo, se interpretaba como un gesto amistoso y, por lo tanto, de educación.
Si un caballero se quitaba el yelmo era debido a que confiaba en su anfitrión y se ponía bajo su protección. Por eso actualmente los hombres educados se quitan el sombrero antes de entrar a una casa.
Con algunas raras excepciones, las damas no participaban en batallas; nunca usaron yelmo, así que no debían quitárselo para mostrar su respeto. En tiempos pasados no era mal visto que una dama permaneciera con el sombrero puesto, en el interior de un recinto, y actualmente todavía observamos esta costumbre.
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