La soledad es una buena oportunidad para aprender cosas de nosotros mismos y crecer emocionalmente, sin embargo, cuando se experimenta en exceso se convierte en una enfermedad que afecta desde nuestra autoestima hasta nuestras funciones cognitivas.
De acuerdo con un estudio publicado en el Psychological Bulletin, la soledad no es un síntoma, sino que es una enfermedad. John Cacioppo, autor de la investigación, la clave está en el cerebro.
El cerebro de una persona solitaria es estructural y bioquímicamente diferente que el cerebro de una persona más sociable.
“Los estudios experimentales muestran que el aislamiento social produce cambios significativos en las estructuras cerebrales y los procesos en los animales sociales adultas. Estos efectos no son uniformes en el cerebro o en todas estas especies, sino que son más evidentes en las regiones del cerebro que reflejan las diferencias en las exigencias funcionales del solitario frente a la vida social de una especie en particular”, explica el autor.
El autor detalla que una persona enferma de soledad tiene un sentimiento de aislamiento constante, a pesar de estar en alguna multitud virtual o física.
El cerebro de las personas que se sienten solas no responde a los estímulos positivos y tiene una menor actividad o posibilidad de predecir lo que otros piensan.
*Salud180