En gran parte de la historia, los niños y la gente joven se han vestido como adultos pequeños o con ropas especiales, elegidas por los adultos, consideradas como adecuadas para sus necesidades y actividades. Solo después de la Segunda Guerra Mundial los jóvenes de los países industrializados comenzaron a fijar su propio estilo y gusto en el vestir. Hoy día esto integra uno de los mercados más grandes y provechosos de la industria de la confección.
Esto no habría sido posible si la gente joven no hubiera tenido dinero para gastarlo como quisiera. En la década de 1950 la estabilidad económica produjo una sensación de optimismo. La pobreza de la Gran Depresión y las privaciones de los años de guerra parecían estar muy lejos.
La floreciente industria trajo gran demanda de mano de obra y un salario mucho más alto para la gente joven. Por primera vez formaban un mercado separado, y los fabricantes de ropa se aprestaron a satisfacer sus demandas.
Durante la década de 1960, la influencia de los jóvenes en la moda fue tan fuerte que se le consideraba de su propiedad exclusiva. El camino que Mary Quant delineara en Londres en 1955 pronto fue seguido por otros diseñadores que abrieron tiendas en Camaby Street y Kings Road: comenzaba la alegre década de los sesenta. Estas tiendas eran exclusivas para jóvenes y tenían un estilo y un ambiente característicos, muy distintos a los emporios de moda ostentosa de la gente mayor.
Muchas modas para jóvenes, como los estilos punk y hippy, surgieron como un medio para protestar contra las normas establecidas y debido a la producción en masa y a la promoción de los medios de comunicación. La industria de la moda terminaría por absorberlas.
FUENTE: http://radionotas.com/